Hahnemann, en los parágrafos, 3,4 y 5 dice:
(3)..."si finalmente, conoce los obstáculos para el restablecimientos en cada caso y es hábil para removerlos, de modo que dicho restablecimiento sea permanente; entonces habrá comprendido la manera de curar juiciosa y racionalmente y será un verdadero médico".
(4) Es igualmente conservador de la salud si conoce las cosas que la trastornan y las que originan enfermedad, y sabe apartarlas de las personas sanas.
(5) Es útil al médico, pues le ayuda en la curación, todo lo que se relaciona con la causa excitante u ocasional, más probable de la enfermedad aguda, así como también los puntos más importantes en la historia de la enfermedad crónica....(según el texto original alemán, en lugar de "los puntos más importantes en la historia de la enfermedad crónica" dice; " los momentos más significativos de la historia completa de la enfermedad".
Los parágrafos son tan claros que me eximen de abundar en detalles, más de lo que la literatura homeopática hizo.
En el caso que relataré tuve en cuenta estos criterios de Hahnemann, traté de pensar mucho si estaba con un caso clínico que podía referirme a lo que se describe en el Organon. Mi dilema consistía en discernir (y si lo estaba haciendo bien) y comprender el cuadro del paciente para poder obrar terapéuticamente con medicamentos, o con alguna orientación hacia la familia del enfermo, o las dos cosas a la vez, etc, etc..
El 29 de agosto de 1996 acuden a la consulta la madre del paciente ( 41 años, psicóloga), Nicolás de 9 años de edad. Según me manifiesta la madre prefiere una primera entrevista sola, sin el niño, "para que no escuche".
Me cuenta que Nicolás hasta hace un año, era un chico obediente, bueno, normal, que no llamaba la atención, no había nada digno de mención en su conducta y menos a algún sistema u órgano. había tenido una buena evolución psicomotriz, sarampión a los 5 años aún con vacunas, paperas a los 6 años, con buena adaptación familiar y escolar.
No indague más y preferí dejarlo para otra oportunidad. La madre estaba urgida, ansiosa y preocupada por lo que pasaba ahora.
Relato de la madre: en el mes de abril de este año, estaba Nicolás en la escuela, la maestra no quiere prestarle una silla -dice la madre-. Entonces Nicolás tuvo un ataque de furia, pateó a la maestra, la mordió, le dijo que era una hija de p... y que iba a llenarla de balas.
Estos episodios de violencia se repitieron en la escuela con la maestra, con los compañeros y después se trasladó a los amigos del barrio y por último a la casa, en esta secuencia. Todo se volvió un infierno.
Hizo consultas a psicólogos, neurólogos, que indicaron medicación anti agresiva.
Hace un mes, en julio, fue visto por un neurólogo en la ciudad de Córdoba, Argentina; se le hicieron los estudios clínicos y paraclínicos, no encontrándose nada que llame la atención. el diagnóstico del neurólogo fue: DESAFIANTE CARACTERÍSTICA 4, se lo medicó con tegretol y Halopidol y se recomendó terapia familiar. Se hizo todo eso sin ningún tipo de resultados evidentes. Hasta aquí sintetizo lo que la madre dijo cuando vino sola. Se le da un turno para el día siguiente y se recomienda que venga el padre de 42 años, comerciante. Vinieron Nicolás y su madre pero no su padre.
Es un niño de constitución normal para su edad, el menor de cuatro hermanos. Llamativamente lindo; estaba quieto y muy inexpresivo (pensé en el halopidol que tomaba ya que el tegretol lo tomó 15 días atrás. Al preguntarle como había sido su embarazo, el parto, el niño en general, sus antecedentes hereditarios, la madre, en forma cortante me dijo que lo que le preocupaba era este cuadro actual agresivo, que postergáramos los demás para después.
Desde hace un años más o menos, lo que encontré digno de jerarquizar, siempre era dulcero (llamativamente) pero ahora casi nada. Deseo de carne (antes no le gustaba), friolento (antes no supieron decirme) y hace tres o cuatro meses, transpiración durmiendo a la noche con un olor a ratas.
Después vi conveniente examinarlo antes de entrar a interrogar por los síntomas mentales. Me llamaron la atención cicatrices en la cara, en los brazos, en la mano (algunas suturadas), según la madre de palizas que recibió (yo supuse sin preguntar que eran de sus compañeros).
Además presentaba hematomas en las mismas partes y en la nalga. Hematomas en distintos estadíos de evolución (de color violáceo amarillo). Testículo derecho ectópico (lo detectaron hace tres años pero no hicieron nada)
Al preguntarle por las cicatrices y los hematomas la madre me dice que es "travieso, muy travieso".
Cuando revisaba lso testículos, cuenta la madre que con frecuencia lo nota con priapismo últimamente. Terminamos el examen clínico y retomamos la anamnesis.
Aproximadamente a los treinta minutos de la consulta (hasta entonces Nicolás permanecía quieto), se dejo revisar. Estaba callado. Y de manera "canchera" (insolente) y de repente me pregunta: " para que m....tenía yo esas fotos en el escritorio (un portaretrato con la foto de Jesús) y esto fue acompañado de un manotón que hizo volar el cuadro con la consecuencia lógica que se rompió. Me quedé mirándolo, dándole a entender que no me había gustado nada lo que hizo; no emitió ninguna palabra. En mi experiencia de pediatra aprendí que si uno dice algo o tiene algún movimiento de defensa se pierde de observar lo espontáneo. Ganas no me faltaron de agregarle un hematoma más a su colección.
"Nicolás patea, golpea, insulta a cualquiera por nada. Destruye, daña y martiriza a los animales, incluso a su perro, su gato". Mientras relataba estos síntomas, él permanecía observando, como si no hablaran de él.
También dijo la madre que le quedaban cosas de antes, que tenía días de afectuosidad hacia los bebes y los animales (en ese momento puso una carita agradable, amigable que contrastaba con la actitud de indiferencia o cinismo, quizás). Lo que sí tenía bien marcado era este cuadro de afectuosidad que variaba hacia la agresión.
Aprovechando esta circunstancia, le dije que no me había gustado nada su actitud de romperme el portaretrato (esperando un nuevo síntoma), y por lo que había hecho. Me contestó que lo hizo para hacerme "calentar" (lo logró por algunos minutos). Se acercó, se disculpó, me abrazo, me besó y se quedó pegadito a mi lado "tipo pulsatilla". "Ve", dijo la madre, "esas actitudes de afecto me despistan (Yo también en ese momento me desorienté porque tenía la receta de T.K en mi mente, aunque no figure en el repertorio, en mi experiencia personal he visto muchos chicos afectuosos que les hizo muy bien T.K).
Prosiguió la madre con más anécdotas para mostrar las agresividades de Nicolás y , casi al concluir la consulta, la mamá pidió a Nicolás que esperase en la sala de espera y me contó -con cara de pánico y en voz baja, mirando para todos lados- lo siguiente: el marido, desde hace 8 años está muy mal en los negocios; es dueño de una empresa importante, y empezó a golpearla a ella y hace un año se la agarró con Nicolás, diciéndole "maricón" y esas cosas; lo humillaba en público y lo castigaba brutalmente y esos cicatrices y hematomas en un 90 por ciento eran provocadas por el padre.
Me relata que es así que la conducta de Nicolás varió desde entonces.
Quiero aclarar que antes de este relato, a la receta de T.K no la tenía en la mente solamente sino ya escrita en mi recetario. Había tomado como síntomas su agresividad, las variaciones de la conducta, friolento, deseo de carne, priapismo en niños, transpiración de noche durmiendo.
Le pregunté cómo no había realizado una denuncia a las autoridades de protección al menor y me contesto que por miedo a la violencia del marido.
Como en otras oportunidades yo había sido consultado por niños golpeados, sabía del trámite a seguir y le dije que iba a ponerla en contacto con las personas idóneas para tratar estos temas.
Al final ¿qué conducta adopté, que me preguntaba, que razonaba?: no sabía cómo era el niño antes. Su cuadro fue despertado por la violencia del padre. No había dudas.
Lo que prevaleció en mi discernimiento es que le di importancia a la causa desencadenante.
Si lo medicaba con T.K y simultáneamente se adoptaba la conducta de consultar a la Defensoría de menores y suponiendo que Nicolás se pusiera bien, me quedaría la duda que lo habría mejorado.
Decidí que la madre actuase (lo hizo de inmediato). Estuve atento diariamente y en contacto permanente con la familia.
Al padre lo internaron para su tratamiento.
A Nicolás no le di nada. Mejoró de su agresividad en diez o quince días, y siguió bien.
En julio de este año me enteré por una vecina que Nicolás esta bien de lo que consultó.
No se que falló que no volví a ver a Nicolás hasta hoy.
Tan solo quería compartir con ustedes este caso. Tengo la mayor amplitud para recibir lo que quieran sugerirme al respecto.
Mi anhelo es haber dejado interrogantes o algo de enseñanza.
Dr. Mario Schliseman
1 comentarios:
Mui interessante conduta. Cuantos casos como esse que no necessitarian medicamentos pasan desapercebidos por falta de información. Esso prueba la homeopatia no puede curar todo.
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